jueves, 23 de octubre de 2008

Dejo la playa de Rayong, después de un mes!!!






Hoy hace exactamente un mes que llegué a Tailandia. Ha sido un mes para sumergirme en su cultura, en sus gentes, en sus paisajes, en sus colores... He conocido a muchísima gente: unos cuantos "farangs" (así es como nos llaman los tailandeses a los extranjeros) y sobre todo a gente de aquí, en Mae Rampung Beach.


En Mae Rampung Beach la vida es muy tranquila, te dejas llevar por el horario solar. Los lugareños a la puesta de sol salen a pescar con sus pequeñas barquitas, después de pasar todo el día tejiendo las redes que se han roto la noche anterior. Mientras las mujeres se ocupan de pequeños restaurantes situados a pie de playa, puedes oler el aroma de pescado y marisco fresco entremezclaco con chili y limas. Sus woks están preparados para los posibles clientes... La parte que da a la calle principal está lleno de barreños, en los cuales puedes encontrar cangrejos, langostas, calamares, pulpos... y un sinfín de cosas que no he visto jamás en la vida. Esto no es un lugar turístico para guiris, los que estamos por aquí somos pocos y nos conocemos todos. Aquí viene la gente local, es decir, la gente de Rayong y sobre todo gente de Bangkok, ya que estamos a 2,30 h de la gran capital.


Cuando llega el fin de semana la playa parece otra: niños banándose con enormes pneumáticos; papás y mamás haciendo fotos a sus adorables hijos, sentados en las hamacas esperando que le traigan las fuentes de marisco; gente comprando pescado fresco en las paradas; vendedores ambulantes por doquier, en los restaurantes, en la arena, en la calle principal; multitud de perros intentando defender su territorio; el elefante que va por toda la playa pidiendo que le compren una bolsita de caña de azúcar...


Entre semana todo es más tranquilo, me gusta más, es cuando suelo dar paseos por la playa, o me siento en una de las hamacas a estudiar Thai o juego con los niños en el agua, o sencillamente
observo todo lo que ocurre a mi alrededor. Para algunos esta vida puede ser aburrida, pero os aseguro que no lo es para nada, siempre tienes alguien con quien hablar o más bien echarte unas risas, porque la verdad es que el inglés de la gente local es igual que mi tailandés. Así que ya os podéis hacer una idea, el lenguaje universal siempre funciona y sino: Mai Mpenrai (no importa).


La comida es deliciosa, siempre y cuando no le pongan 40.000 chilis! Están acostumbrados al picante, y si no les dices Mai Pet (no picante) igual necesitas un extintor para apagar el fuego de tu boca. En todo el tiempo que llevo aquí he comido mil variedades de arroz y mil variedades de noodles (cómo espaguetis, pero de arroz o de algas). Son platos muy ricos, y por aquí sueles pagar unos 50bahts (1€) por una bandejita llena, que sin duda a mi me deja hasta los topes. Puedes comer marisco y pescado fresco por 200 y 300 bahts (4 y 6 euros) el plato, pero todavía no los he probado, supongo que este fin de semana antes de irme me pegaré mi festín.


También puedes encontrar de todo en pequeñas tiendas que hay al otro lado de la calle: una pasta 5baths (10cts), un paquete LM 48 baths, una cerveza 25 baths, un helado 10 baths, etc. Aunque en otros sitios puedes encontrar las cosas muchos más baratas que aquí. Por ejemplo, cada martes montan un mercadillo en las periferias de Rayong, ahí puedes comer tranquilamente por 25 o 35 bahts, todo está lleno de paradas con cosas deliciosas (pinchos de pollo, salsichas, cerdo, calamares, cangrejo), frutas que no existen en nuestro país, multitud de dulces con extrañas combinaciones, pescado a la brasa, verduras... Hay que estar aquí para verlo, me resulta difícil poder describir un mercadillo tailandés.


Para mí lo mejor del día es la puesta de sol. Las tonalidades de colores se van suciendo, amarillos, naranjas y rojos. El cielo cada minuto se muestra diferente. Es bonito bañarse mientras admiras la puesta. La semana pasada mis ojos vieron un espectáculo que pocas veces se va a repetir... Estaba como de costumbre banándome a la hora de la puesta, los colores eran impresionantes, empezó a llover, pero seguí en el agua, esperé a que el sol se acabará de poner. Mientras, por el otro lado aparecía un doble arcoiris, se podía ver perfectamente el arco completo y con los colores muy definidos. Sin duda, es uno de los momentos que he grabado en mi memoria...


A las 6 y media de la tarde ya está totalmente oscuro. Es la hora de una ducha fría (porque aquí no existe el agua caliente, jajajaja), y bajar al bar del hostal. Aquí de nuevo, ayudo a On en sus deberes de inglés, ella me enseña como pronunciar tailandés, es lo más difícil, tienen muchas entonaciones. Una misma palabra puede significar diferentes cosas según la entonación que le des. Lo poco que sé he intentado hablarlo, pero ellos se quedan con cara extrañada, no me entienden porque no lo entono bien. Seguiré en ello...


A la hora de la cena bajo de nuevo a la playa, y me siento tranquilamente a observar el mar bajo la luz de la luna. Es un paraíso, me siento como una reina. Casi siempre se acerca algún lugareño, y ahora más que ya conozco a un montón de gente. La velada son todo risas y disfrutar del momento, charlando, jugando al billar...


Aunque el entorno es el mismo, cada día es diferente. Nunca sabes que es lo que te va a suceder, que vas a hacer. Siempre te sorprendes con una comida nueva, con gente nueva, etc.

Así que ya veis, esta ha sido más o menos mi vida en Mae Rampung Beach.


Hoy es jueves, me quedan 3 días aquí y ya estoy echando de menos el lugar y a su gente. Pero mi camino debe continuar, mi cometido no puede esperar más...













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